lunes, 7 de mayo de 2018

VERDADERA TERNURA

   Querer la alegría y la paz para todos, y obrar por ellas sin exclusión de ninguno, es genuino Amor, auténtica ternura que alienta al abandono de los autoimpuestos límites del miedo y la desconfianza; un impulsar el libre vuelo del espíritu, desencadenando al prójimo -que es uno con uno en esencia y en verdad- de los férreos agarres del egoico sopesar para posibilitarle la vivencia del verdadero bien, ese Bien con mayúscula, que no sabe de males que puedan destruirnos. Es lo eterno, santo y bienaventurado nuestra auténtica naturaleza, al igual que la de un aguilucho recién nacido (aunque en un principio precise del nido y los cuidados de sus alados progenitores) es crecer y volar. Sí, la ternura auténtica (no la mema melosidad que justifica lo pusilámine y frágil como inevitable) quiere lo mejor para que la felicidad y la paz siempre nos acompañen; por eso, no es insensible fomentar en el prójimo la acción desprovista de miedo, emancipándolo de apegos, vanas creencias, dependencias y supersticiones. Sin embargo, aunque a bote pronto extrañe, justificar el temor con algodonosa contemporización sí es insensible, al confinar a nuestros semejantes a permanecer en el victimismo y sus volátiles alegrías que se vuelven amargas tristezas, y tentándolos a relamerse en sus intermitentes sosiegos que trocan, con rapidez, en agitadas impaciencias, pesares y frustraciones.

   Cuando los manantiales se secan las praderas languidecen. De nada sirven entonces las lágrimas... únicamente las praderas recuperan su verdor cuando, de aquéllos, vuelven a brotar limpias las aguas. Por tanto, no dejéis que vuestros manantiales de agua viva se sequen por indolencia o por codicia, por temor o por vergüenza, por complacencia o por desprecio, por deseo o por rechazo... la ternura nos impele a que nos mantengamos firmes y confiados en la dicha inalterable del ahora y su perfecto sosiego, para que el recuerdo de nuestro santo Ser se mantenga claro en la conciencia mientras fluimos por el transitorio mundo de las formas para desembocar en el océano infinito de la Consciencia Indivisa... en bienaventurada infinitud del Ser... Pura Divina Unicidad.

   Así que no confundas al miedo, disfrazado de cordiales maneras, engatusándote con melindres para que permanezcas en la cómoda posición de la justificación como si éso fuese la bondad de la ternura. Estate vigilante y atento porque tras el miedo, y sus seductores maquillajes, sólo se encuentran la insatisfacción, la ira y el profundo pesar. Únicamente la verdadera ternura quiere que seas libre y feliz, tal como empuja a volar del nido a sus polluelos la amorosa madre cuando, éstos, están listos para valerse por sí mismos, porque sabe que esa es la única manera posible de que vivan en plenitud... Vuela, vuela amigo/a, vuela y sé feliz... vuela amiga/o, vuela y vive en paz. Comprende que sólo lo que es para siempre, en plenitud, es lo realmente tierno, el verdadero bien... y, con fe viva, álzate por encima de temores, creencias y dudas. 

KHAAM-EL



Quédate en la ternura de la paz infinita
que a todas las relaciones libera del apego, la indiferencia o el rechazo...
sólo todo Divina Unicidad...
Plenitud de Ser...
verdadero Amor eterno
en esencia y pureza.





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