martes, 1 de mayo de 2018

SIN DISPERSIÓN SE DESPIERTA DE LO ILUSORIO

   Toma consciencia plena del instante que vives sin sombrearlo con memorias o expectativas especiales. Vivencia el ahora con pureza y reconoce cómo somos en esencia y en verdad inseparables de la Divina Unicidad y Su Infinito Amor. Atiende a lo sustancial y siempre presente, permanece  en la paz de espíritu, no te disperses con deseos y temores de temporaria perspectiva; al igual que un rayo de luz sin su fuente no es posible y un arroyo separado de su manantial decae hasta secarse, el alma desgajada de su origen languidece y se resiente en un imposible tomado por posible. Porque, la vida es del espíritu y nada existe aparte de Él. Tomar el mundo de la carne como una realidad, es una ilusión que sólo trae pesadillas. Creer en el desarrollo de una parte frente a otras, y pensar que eso conlleva crecimiento y mejora, es olvidar lo esencial: la unicidad del Espíritu. 

   No te atribules con juicios personales. Utiliza la inteligencia natural mediante la contemplación paciente y profunda de lo percibido, incluyendo al perceptor mismo. Indaga. Penetra en lo esencial. No te sesgues con juicios y suposiciones carentes de real significado, pero que aparentan poseer convincentes razones para separar y negar lo indivisible, o te lamentarás con el sufrimiento de lo inconsistente. Poseer y acumular conceptos es ser un pordiosero en sabiduría revestido como un emperador del conocimiento ante los otros, por buscar -con avidez- unas migajas de reconocimiento y pleitesía. Mas, aparentar no es ser... la apariencia es el único premio para el descaro de la pretenciosidad del orgullo: la oquedad e hipocresía de conseguir los primeros lugares al costoso precio de la desesperación y la pesadumbre interior que siempre deja en el ánimo lo mentiroso y vil.¡Despierta de lo ilusorio! Comprende que opinar es aparentar conocimiento, cuando sólo tapa ignorancia con mal disimulado empecinamiento. Medita. Pretender saber -desde un fragmentador fragmento llamado yo- qué es la totalidad, no es más que un necio y arrogante desvarío cosechador de mayúsculos fracasos. Saber que no se sabe es un paso gigantesco hacia el saber sustancial y no conceptual, a ese fundamento vivencial que deshace prejuicios y deseos, que abate temores y tendenciosidades, que humilde se funde con todo lo que es, confiado, indefenso, congruente, generoso, en paz y con la mente abierta a lo inefable... y... ¡Oh, milagro! la certeza de la plenitud -en un instante intemporal pleno de significado y eternidad, de pureza y santidad, de comunión y amor, de verdad y compleción- todo se resuelve de inmediato en la bienaventuranza infinita de la Divina Unicidad. 

   Deja de estar disperso. Sí, deja de estar disperso... eres el Ahora.
   No te disperses con el tiempo... eres el Aquí.
   No te disperses con las distancias... eres la Vida Una.
  No te disperses con apariencias y desapariciones, con logros o fracasos... eres la Paz de Espíritu.
   No te disperses con preocupaciones, lamentaciones o agonías... eres la Dicha Eterna.
   No te disperses con culpas, juicios y condenas... eres el Perdón que brota puro en la Inocencia Original de Ser Hijo de Dios.
   No te disperses con temores y dudas... eres indistinto del Amor. 
  No estés disperso queriendo evolucionar o arreglar no sabes qué exactamente. Permanece presente y no te enredes en especiales relaciones con las que llegar a completarte o satisfacerte con algo que nunca es lo que Es, y, confía, pues, a cada día le basta su afán... eres en Plenitud.

  Permite que la Maestría, que desde lo interior con profundo Amor te llama, te muestre que no eres un cuerpo ni las palabras que éstos usan para definirse y definirlo todo; ni tampoco quieras sostener una imagen personal que defender con un discurso que mendiga palmas y vítores de reconocimiento. Antes bien, permite que las palabras y los discursos, inspirados por la Maestría (Satgurú) -que en lo esencial mora-, deshagan palabras y discursos personales, hasta que sólo quede la Consciencia Indivisa, puro Sat-Chit-Ananda. Alégrate de que todos los hilos relacionales, con la complejidad de lo aparente y temporal, sean amorosamente cortados; para que, al fin, dejes de soñarte un títere de los acontecimientos, y, con prontitud, abandones la demente idea del ego y la separación; y, en ese mismísimo instante, la rueda de samsara se detiene aunque parezca seguir girando por un tiempo -ahora sabes que lo ilusorio (lo formal/temporal) carece de significado- y, de nuevo, como antes de todo antes, eres libre de su seductor embrujo.

   Permanece atento al presente. Confía. No te disperses... ¡Despierta de lo ilusorio! Sé consciente de ser Consciencia y, en esa paz de Espíritu, en ese Amor indiviso, en esa Plenitud de Divina Unicidad, deja que la Verdad te haga libre.

KHAAM-EL



Mantente atento a la melodía... no te distraigas... 
¡Despierta de lo ilusorio! 
Sé en la música... nada más, nada menos... 
indivisa plenitud. 
Libertad de ser, ahora, aquí.
Darlo todo es ser en todo.
Namasté. 
Bendiciones. 
Luz y Consciencia. 
Paz... Amor.







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