jueves, 3 de mayo de 2018

MÁS ALLÁ DE PALABRAS Y CONCEPTOS


   Cuando no nos aferramos a las palabras o a los conceptos, ni tampoco a las liturgias o a las teorías, cuando estamos sencillamente en calma interior y receptividad de corazón, lo Inefable y Sublime se vivencia -de súbito- en lo cotidiano, en todo aquello que antes nos pasaba desapercibido y que ahora se nos muestra radiante, puro y vivo al disiparse la niebla de lo personal.

   Nada puede ir mal en el presente libre de las cadenas del pasado y de los señuelos futuros. Cuando desde la paz de espíritu y desde lo más hondo del corazón surge con vehemencia la expresión es para desenmascarar juicios acerca de un montón de cosas que estaban ocultas tras justificaciones, inercias, deseos, temores y expectativas personales. No hay forma ideal, puesto que lo ideal está más allá de toda forma o apariencia, ya que el ego muchas veces se disfraza de tonos y maneras suaves para engatusar y conducir al engaño y el sufrimiento... Jesús en el Templo, echando con rotunda claridad a los cambistas y comerciantes nos dio una lección de no confundir el trigo con la paja, la fe con transacciones, el Amor con la utilidad, ni lo esencial con lo temporal. La consciencia pura, el espíritu, es lo crucial, y juzgar lo aparente como lo importante sólo deja en lo vano y separativo. Si no se ahonda, medita u ora de todo corazón se vive juzgando y no amando, escuchando al miedo y olvidando al Amor.

   Por lo antedicho, no te apegues a tu particular punto de vista como si fuese el ideal (ningún punto de vista será jamás el ideal), hay muchas maneras de expresar la misma e indivisa esencia del Amor, un lenguaje que está más allá de palabras, conceptos, idiomas, culturas, liturgias, o juicios. En este mundo, la Divina Unicidad es lo esencial y puede expresarse de múltiples maneras. ¿Por qué, entonces, juzgar y denostar por meras palabras, expresiones o liturgias si éstas apuntan a la realización del Bien de todos cual uno solo? Lo imprescindible es el Amor verdadero, sin particulares condiciones o exigencias. Extender lo que une, en lugar de lo que separa, nos bendice al bendecir... Ni el color de la piel, el tono de la voz, la religión, el cociente intelectual, el aspecto físico, el sexo, el tener más o menos dinero, fama o influencia, etc, significan nada en el Amor... Las diferencias son siempre pasajeras (del ego) y el Amor es eterno (del Espíritu). El ego sólo ofrece costosos y efímeros placeres; el Espíritu, paz, dicha y plenitud. Dios, Brahman, Absoluto, Ser, Divina Unicidad, Tao, Nirvana, Alá, Cielo, Gran Espíritu, Iluminación, Verdad, son sólo indicadoras de algo que nos trasciende y a la vez es inmanente en nosotros... pelearse por palabras o ritos es demente, absurdo y doloroso, cuando el propósito primigenio al que apuntan es lo genuínamente espiritual, Divina Unicidad, un amarnos los unos a los unos, en la temporaria y aparente separación, como el Amor Mismo Ama. Así que donde no haya genuino Amor universal hay ídolos, aunque se presuma de no tenerlos; trayendo ésto tan sólo conflicto, separación y desprecio contra el que se expresa diferente, en el nombre de una hipócrita unión. Amemos. Amemos. Amémonos, por tanto, los unos a los unos, todos, siempre, aquí y ahora, esa es la Verdad que nos hace libres de los juicios que nos juzgaban según juzgábamos o nos medían según medíamos... Amplitud de corazón, perdón de la propia arrogancia y paciencia infinita con las ofensas de un mundo doliente y desconfiado... Con esta actitud y disposición de ánimo, sin previo aviso, sorpresiva y maravillosamente, la luz clara de la Consciencia Pura e Indivisa... Bendiciones y Namaste.

KHAAM-EL



 Finalmente, más allá de palabras o liturgias, 
el Despertar al Amor muestra que aquellas sobran
en la plenitud del la Divina Unicidad...
dancemos ahora libres en la música del Alma...
en la melodía que brota del Corazón.




No hay comentarios:

Publicar un comentario