domingo, 13 de mayo de 2018

EL SABOR DE LA PAZ

   Sólo hay un ansia que has de cultivar, un fervor que has de fomentar, el de vivir abierto a tu Corazón, a tu Alma, a tu Ser; y, una vez el dulce fruto de la paz madure, sabrás con seguridad que nada esencial te falta, que nada esencial nos falta... que somos unicidad de vida plena y no transitoriedad de muerte. Abre la mirada del espíritu y se cerrará el falso ver del ego.  Ahora, sí, mira... contempla la luz de las Almas y verás en calma, despierto y feliz, tu propia luz. No hay sabor mejor que el de la paz, degusta esta miel. Siente la paz en tu corazón y en tu mente, e irrádiala a donde quiera que estés... todo tiene sentido cuando no se le da significado al sinsentido del ego y su separativo elucubrar, poseer o conquistar. Paladea el instante y no te futurices desde un supuesto pasado ensoñado. Comprende que no hay horizontes que alcanzar sino un aquí y ahora que compartir con generosidad; entonces, descubrirás que hay mucho por descubrir, mucho por vivenciar en plenitud, y que todo ese gozoso y liberador descubrimiento de plenitud jamás estuvo alejado de ti.

   Estate atento a lo esencial. Sé siendo ahora sin ningún pretender llegar a ser. Ahonda en el presente con consciencia... sé como la humilde violeta, casi escondida a ras de tierra pero exhalando su perfume y alegrando el campo con su color... Porque es dando como uno sabe que tiene y es, sin duda, amando como uno se sabe amado; y todas esas enormes o pequeñas cicatrices, que aún parecían socavar tu alma, sanarán con la inefable comprensión de que en realidad nunca existieron. Perdona continuamente, a ti mismo y al mundo, no apegándote a lo personal, no peleando contra fantasmas por ti proyectados, laborando para extraer la miel de la paz en lo cotidiano, permaneciendo confiado y en paz incluso en medio de rugientes tormentas. Sí, no hay mejor sabor que el de la paz, degusta esta miel... e invita a tu prójimo a saborearla junto contigo. Finalmente la vivencia de lo indiviso te conducirá a antes de cualquier tiempo y forma, a la infinitud del Ser, al inacabable Amor de la Divina Unicidad.

NAMASTE



Danza en la armonía celestial de Amor 
y saborea la Paz de Espíritu
que eternamente nos hermana en la Divina Unicidad.




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