lunes, 19 de junio de 2017

SÉ HOGAR (Reedición)

   Reproduzco a día de hoy, tras este primer párrafo aclaratorio, un escrito que ya publiqué en este mismo blog, hace poco menos de un par de años, y que he considerado oportuno reeditar, por la profunda reflexión en él expresada, para exhortar a la aceptación esencial de uno mismo como acción imprescindible para poder vivir sin miedo, y sin las siempre odiosas comparaciones, la cotidiana relación con nuestro prójimo; haciendo que ésta pase así de ser especial y desconfiada a santa e incondicional, de ser desdichada y conflictiva a feliz y pacífica, de sentirla recelosa y carente a llena de amor y plenitud:

   Hay moradas y palacios que, por su ostentosa vistosidad y tamaño, se convierten en museos que muchos visitan pero que nadie habita. No pretendas acicalarte ni embellecerte para deslumbrar, tampoco uses la artimaña de amedrantar o aparentar más de lo que eres, ni siquiera te esfuerces por agradar para obtener admiración, fama, obediencia o consideración, especiales; o quedarás sumido en el mayor de los desengaños.

 Descúbrete más allá de las definiciones y las comparaciones. No busques afuera de ti nada que sacrifique tu paz de espíritu por ensalzar unas particularidades a las que precipitadamente llamas: yo, o morderás el polvo y, en tus adentros, penarás porque nada hay más gélido que un hogar deshabitado. Permanece en ti. Detén tu afán comparativo y no te engalanes con conceptos de competitiva relación. Sé primero un confortable hogar para ti mismo. Quédate satisfecho en tu intimidad. Sosiégate. Contémplate con paciencia hasta experimentar la pureza de ser quien ya eres. Sencillamente ámate... y amarás. Ábrele tu corazón a la vida. No más aparataje ni preciosismo para conseguir unas migajas de atención. Descubre la felicidad que hay en tu entraña... esa dicha eres, sí... y, sin esfuerzo, todas las estancias, en las que desde ahora ciertamente habitas, se compartirán con fraternal y honesta comunicación con todo aquel que quiera de verdad vivir. Nunca más la glacial soledad del escaparate o el museo. Juntos encontraréis un hogar que será, en verdad, Hogar; porque todo lo que en uno mismo de cierto se conoce, en el prójimo también es reconocido. 
Fotografía: www.ecologiaverde.com

  Nada hay que temer. Luego nada hay que proteger con el recelo y la desconfianza... todo sucede en el Amor. La perfección se encuentra siempre más allá de las apariencias y de los artificios. 

  Cuida, únicamente, del jardín de tu alma pura y observa como la vida en su esplendor reverdece a tu alrededor al reverdecer, exuberante, en tu interior... Conoce la sencilla belleza de ser, y todo se convertirá, desde el generoso y fértil centro de tu corazón, en Hogar de abundancia infinita.

   Vuelve a casa, a tu verdadera Casa, aunque sientas que es noche cerrada. Sin duda todo irá bien. Nunca es demasiado tarde ni demasiado lejos. Da un giro a tu vida... Vive en ti para conocer que Dios te habita en esencia y en verdad. Mantente constante en la humildad de lo incomparable, permaneciendo en la confianza del descanso interior. Acógete. Celébrate. Porque, una vez te has encontrado, no puedes sino compartirte dándole al mundo tu silencio interno... tu palabra de Amor... tu música directa al corazón.

   Sé hogar para ti mismo aún en medio de la noche, y, sorpresivamente, Dios, en Su plenitud te iluminará... y habitará contigo para ser Hogar indiviso junto con tu prójimo y toda la Creación.

KHAAM-EL



   Por muchas vueltas que dé uno por los sueños del mundo ninguno llena como volver al Hogar. No es una cuestión de cantidad, de estar rodeado de miles de personas o de ganar mucho dinero o fama. Es en lo hondo y profundo del corazón, en la paz de espíritu, donde comienza ese camino interior para consumar el encuentro con la infinitud del Ser; qué es nuestro verdadero, eterno y santo Hogar.


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