viernes, 20 de enero de 2017

MÁS ALLÁ DE LOS PROCESOS, LO DEFINITIVO +


   Imaginar un proceso mediante el cual librarse del ego es un callejón sin salida porque parte de la falsa premisa de que el ego tiene significado en sí mismo y de que hay que ir derrotándolo paso a paso, etapa a etapa. Más, todos los esfuerzos por eliminar al ego son en última instancia infructuosos, ya que el ego no existe, no tiene realidad ni consistencia ciertamente tangible, es una idea ilusoria, vana e insensata. Por eso nada hay por lo que esforzarse con denuedo para conseguir zafarnos de su influjo. Sencillamente hemos de abandonar la atracción que sentimos por fabricarlo a cada instante en nuestra consciencia; dando media vuelta en la dirección de nuestros pensamientos y salir, sin mayores complicaciones, del atolladero exactamente por donde entramos, al dejar de darle significado a la percepción egoica originada por la creencia en lo personal y diferente.

   Escapar de un lugar imaginario no puede ocurrir, bajo ningún concepto, desde ese supuesto lugar. E ir en pos de ello es una situación imposible. El espacio/tiempo aparece en la eternidad y jamás podrá invertirse esta condición esencial; luego cualquier plan que intente alcanzar desde el mundo perceptivo la intemporalidad, por muy elaborado que sea, está condenado de antemano al fracaso. Únicamente ha de constatarse que sin juicios personales la indescriptible unicidad de Todo Lo Que Es asoma incontestable desde la esencia misma de ser. Trascendiendo los procesos, más allá de todos ellos, lo definitivo resurge diáfano e incondicionado de entre la niebla de lo transitorio. Todo cobra pleno sentido sin necesidad de ningún encaje entre partes separadas, sin el fatigoso y estéril empeño particular... Ahora y aquí ya es lo eterno, aun en la apariencia efímera de lo mundano. Es simple; tan sólo dejando de idolatrar lo complicado, lo obvio resplandece; tan sólo abandonando lo arcano, esotérico o mecánicamente ritualista, la Verdad te hace libre de la idea de ser un ego y de acusar a los demás de eso mismo. Nadie es un ego, porque el ego no es real. Esa es la visión de la impecabilidad que posibilita que lo imposible deje de percibirse como posible... Y ahí, en esa consciencia clara, pura, inmediata, plena, infinita, bienaventurada y en perfecta paz, el Amor definitivamente finiquita el sueño del ego y sus complejos deseos y terrores de particular hechura. Lo universal nunca estuvo realmente dividido ni la vida pudo jamás morir realmente, puesto que la vida es del espíritu y no de la carne. Sólo la Divina Unicidad, esencialmente Vacía de egos, Es. Llama a esto despertar, iluminación, renacer, resucitar, realización, o como gustes, la palabra es lo de menos; la vivencia, todo.  Namasté.

KHAAM-EL




No dos no es un misterio; 
lo misterioso es haber pensado en lo separado.
¡Despierta! ¡Trasciende lo ilusorio!
No ego es vida verdadera, plena e ilimitada...
Definitivo e indiviso Amor.  






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