jueves, 24 de noviembre de 2016

FIRME DECISIÓN A AHONDAR EN EL CORAZÓN *


   Equivocarse de vez en cuando es inapreciable en el conjunto de una vida si la poderosa intención que la guía es vivir para el encuentro con lo eterno, amoroso y santo, reuniéndose con el prójimo para el bien de todos cual uno solo, agradeciendo cada instante como una oportunidad, libremente aceptada, para ser útiles a la salvación de la humanidad entera de la cortedad de miras que adolece. No actuar total y honestamente, ser tibio, frío y calculador, sopesando y planificando como obtener una ventaja personal, es una actitud penosa, vana e inmoral. Es inexcusable dejar de excusarse para que la honestidad saque a la luz todos los errores de pensamiento que se justificaban a sí mismos y que no hacían más que interferir ante el despliegue natural de la gracia de la Divina Unicidad que, en un presente libre de egoísmos, nos espera a todos por igual para potenciar la expresión pura de Amor que hemos de hacer sonar.

   Hay que abrir apasionadamente el corazón al Amor sin condiciones. Hay que abrir la mente al silencio de lo conceptual con firme decisión. Comprende: ninguna parte puede darte la totalidad. No es una cuestión de mecánicos ceremoniales, vistosas oblaciones, grandes riquezas, refinados placeres o deslumbrantes logros personales como se alcanza la plenitud sino rindiendo, humildemente, todos los planes y conveniencias para que, lo hasta ahora inalcanzable, sea reconocido como inherente al ser profundo en uno... El espíritu trasciende la forma y el espacio, el tiempo y sus acontecimientos, es insondable e ilimitado, incuestionable y bienaventurado.

   Sí, es una firme decisión a ahondar en el corazón la que posibilita que lo imposible revele que lo que, hasta ese momento, se creía posible era en verdad lo imposible. La sentida separación de la criatura de Su Creador, abandonada en un ámbito de cuerpos separados en un mundo problemático y lleno de peligros, sencillamente, no es más que una angustiosa apariencia, una maliciosa ilusión de limitación y muerte tomada como real. Ahonda en el corazón con determinación apasionada e inquebrantable y, éste, te abrirá las puertas del Cielo. No temas criatura de Dios, chispa divina, alma pura, luz del mundo, la dirección interior es la única dirección que te reconecta con Dios... Sí, una segura autopista al Cielo es la senda estrecha del autoconocimiento honesto, de la sencillez gozosa y de la apasionada actitud vital de siempre devolver con el bien, al mal.

   La Divina Unidad sería como una sinfonía inacabable y todas sus criaturas somos notas de esa sinfonía infinita; pero dentro de cada nota, como Dios es nuestro creador, está toda la sinfonía a su vez. Todas las notas son inseparables... entonces extendemos la sinfonía en Dios y Él la extiende en nosotros. Precisa de cada espacio y de cada nota para que la sinfonía sea completa, sublime, bienaventurada e indescriptiblemente bella. Y, siguiendo con el símil de la sinfonía, el espacio es Dios, la música Su Amor, y la Creación es ese sonido armonioso que expresa y comulga en la infinitud de Su Gloria. Deja que suene la música de tu alma y silencia la verborrea egoica de una mente identificada con lo pasajero... vuela feliz, hasta la plenitud al son de la excelsa sinfonía del Amor inagotable... allí adonde todos los seres humanos son uno en espíritu y verdad, en dicha e intemporalidad.

KHAAM-EL



   Dios mora en lo más profundo del corazón.
Ahonda... ahonda... ahonda en el corazón... ahí, todos somos Uno.



   

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