lunes, 17 de octubre de 2016

QUERER AÑADIR ALGO A LO PLENO ES EL SUEÑO DE LA CARENCIA

      La interferencia a la dicha y paz de espíritu sucede en lo personal. Todo lo que se haga de forma personal se convierte finalmente en un estorbo para la plenitud; pues, buscar o hacer el bien a medias, es vivir mal. No dividas o querrás sumar, y eso dañará tu relación respecto a tu prójimo. En todas las relaciones hay que aprender enseñando, y enseñar aprendiendo, la unicidad del ser, la indivisibilidad de la vida. No hay nada malo en querer ser alumno o maestro. Más, no dividas ni te dividas en las facetas que percibes, no las contrapongas. ¿Qué es lo que se quiere aprender y enseñar? ¿Cuál es su intención última? He ahí la clave de todo. Si quieres aprender o enseñar cosas del mundo, espacios aparte, aspectos diferentes y diferenciadores, te irás en pos de datos y referencias, porque querrás encontrar un maestro a la medida de tus deseos para emularlo y poder convertirte en un gran erudito como él, o irás tras el éxito que admiras en los supuestos grandes personajes y querrás ser alguien importante, o envidiarás a los multimillonarios y atesorarás riquezas para poder llevar una vida sensual y lujosa, o buscarás descubrir algo que nadie conozca para que se te considere un genio, etcétera, etcétera, etcétera, y te perderás por los oscuros recovecos de todos esos caminos a ninguna parte que acaban siempre en frustración y pesar. Pero, ojo, también, si lo quieres es ser un aplicado discípulo espiritual porque en tu fuero interno anhelas llegar a ser un reputado maestro espiritual, tan sólo te fijarás en lo aparente; es decir, sólo en ritos, dogmas, palabras, posturas, lugares, y en un montón de cosas accesorias y carentes de significado, que imaginas que pueden darte poder, y, de igual forma que lo antes señalado, te irás tras la voraz obtención de técnicas rituales, de visualización, de invocación, de recitación, etc, llenando tu memoria con ingentes cantidades de documentación y aprendizaje conceptual, con la que aparecerás superficialmente como muy sabio a los ojos del mundo, pero, en lo esencial, también te perderás por los oscuros recovecos antedichos, y seguirás en la ignorancia y el dolor.

   Nada hay que añadir a Lo Que Es. Querer sumarle algo a lo sin contrario es restarle importancia al querer dársela a lo que en su transitoriedad jamás la podrá tener. No vivas en precario por querer vivir mejor, cuando, en lo sutil, en la vida plena del espíritu, nunca es posible lo peor. No fabriques ilusiones con las que sueñas mejoras que finalmente todo lo empeoran. Ve más allá de aquello meramente perceptivo. Nunca te compares con nadie ni tampoco compares a nadie con tus juicios. Acaba con la mecánica inercia de tomarte la vida de forma personal, permitiendo que la vida te traiga siempre, en este preciso instante, su infinita llenura, para compartirla sin restricciones. Antepón la Verdad a todo; que sólo sea Ella, sin tapujos, lo que quieres conocer y compartir. Simplifica y fluye con el presente, confiado, honesto, contento y sin prisas. Medita. Ora de corazón. Acepta. Vive lo inmediato sin expectativas. No hacer nada para emular a nadie pacifica el ánimo hasta lo infinito; pues, quedarse en paz, aceptando lo que aquí y ahora es, abre una dimensión insospechada a todas las esquivas dimensiones que se perciben o suponen. Y, ¡zas! ¡Asombroso de inesperado y obvio! La Verdad es tu Ser, nuestro único Ser, libre del insensato ensueño de querer añadir algo a lo que ya es en sí pleno. No añadir nada a lo que no lo precisa, libera de la angustiosa sensación de carencia. El espíritu no necesita de la carne para vivir, intemporal y bienaventuradamente. Muestra ésto, y aprenderás que es simple y sencillo ser feliz... que no es un imposible vivir sin recelos ni culpas... que es fácil desprenderse de lo difícil...  que pausar las justificaciones personales trae paz de espíritu... que las mentiras no tienen consistencia porque la Verdad permanece siempre inmutable y sin opuesto... y que no hay lugar para el miedo en el Amor.

KHAAM-EL




Quédate en la simplicidad del presente vivo e indivisible.
Nada que añadir, nada que quitar... sencillamente Amar.
Plenitud.

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