miércoles, 13 de mayo de 2015

NADA ESENCIAL NOS FALTA *

  "El Señor es mi pastor, nada me falta.
  En prados de hierba fresca me hace reposar, me conduce junto a fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el camino justo, haciendo honor a su Nombre.
  Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. Me preparas un banquete en frente de mis enemigos, perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa rebosa.
  Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré en la casa del Señor por años sin término."
                                                                                                                                    Salmo, 23

   Caminar con las fuerzas propias, con el juicio basado en lo que dictaminen los sentidos
corporales, creyendo en la orientación del deseo y el logro mundano, en el establecimiento en valles de confort como destino principal tratando de saciar carencias, trae finalmente descarrío y desgracia para el alma. 

   No sigas al sufrimiento y sus justificaciones o vivirás sintiéndote solo y desorientado. No sigas los planes que te ofrecen triunfo en el mundo o perecerás en él. Sigue al Señor, al Buen Pastor... Su Amor y Bondad te acompañan en tu tránsito por el mundo, te vigorizan en tus fatigas, te protegen de todo mal y te dan todo aquello que precisas para continuar hasta el final.
Confía... sigue sólo a la Luz.
   Desconfía del temor como guía. No te orientes con su desnortada brújula o acabarás perdido en tenebrosas veredas. Sosiégate en tu interior. Desconfía de toda desconfianza, no valorando aquello por ella traído. Simplifica. No te quedes con nada. No pretendas nada en particular. No acumules o perderás. No diferencies o te rechazarás. No valores juicios o te condenarás... El miedo y sus migajas son miseria. El deseo y sus mendrugos son penuria. Elimina de tu equipaje lo superfluo. Suelta todo lastre. Quédate, únicamente, con la guía de la paz de espíritu, con la guía de la Luz de Dios... con Su Buen Pastor... Su Santo Espíritu. Quédate con el dulce perfume de lo santo, de lo divino. 

   Aquello que no es eterno es un pesada carga. Un estorbo. Suelta tu apego por el mundo y experimenta como tu espíritu inmortal es conducido hacia el Cielo y Su plenitud, derrotando a todos sus enemigos (los pensamientos que quieren justificar la realidad de la fragilidad y mortalidad de un yo particular) por la gracia del Altísimo.

   Bienaventurado aquel que busca sólo la Fuente de la Vida Eterna, porque hallará definitivo reposo al final del Camino. Calzado con la fe el caminante no se extraviará del Buen Pastor y seguirá su cayado, su estela, sus huellas. Pon, por tanto, tus pasos sobre ellas y tu esperanza será colmada con creces, pues todo caminante que vaya infatigablemente en busca del Señor -del Dios Vivo- encontrará el significado último de su Vida... se topará consigo mismo, con su naturaleza inmortal; al saberse ungido por Dios Mismo, en la luz de Su Amor, como Su Hijo.

   Abandona, definitivamente. el sacrificado caminar en pos de ilusiones y sigue el sendero estrecho de la Verdad que sale a tu encuentro. La puerta de salida viene a ti, siempre que la pidas por encima de cualquier tramo que te ofrezca la ruta. Camina... El Señor en tu pastor, nada te falta. Confía. Confía... este es un camino sin retorno. Sucede en tu interior, en tu alma, en tu entraña. Confía. Confía... Podías pararte, pero no volver atrás... la luz te guía pastoreándote con buen criterio hasta la casa del Señor, hasta tu santo Hogar en el Cielo... No te detengas y regresa presto al Amor de Dios. Confía. Confía... Cuanto más reposo y descanso encuentren tu mente y tu corazón más rápido avanzarás. Sí, el señor es nuestro pastor y nada esencial nos falta. Permanece, por tanto, en la quietud interna y sigue esa luz que siempre está contigo señalándote el sendero hasta su Consumación.

KHAAM-EL



Disfruta de lo esencial...
nada falta... nada sobra...
soltar lo vano para rebosar en la plenitud e la Divina Unicidad.

Bendiciones.


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